Queridos amigos, estamos celebrando el domingo décimo sexto del tiempo ordinario, la semana pasada la liturgia de la palabra nos mostraba como Jesús enviaba a sus discípulos de dos en dos a anunciar la buena nueva.
Hoy Jesús les recibe y les invita a ir a un lugar desierto a descansar un poco.
- El descanso en el trabajo pastoral es necesario para reponer fuerzas.
- Hemos de descansar para fomentar la fe y el crecimiento espiritual.
- Hemos de descansar para encontrarnos con el maestro.
- Hemos de descansar porque no somos autosuficientes, y allí, en medio del descanso, hemos de redescubrir que estamos anunciando el reino de Dios y no el nuestro.
- Descansar con el Maestro es reconocer que no estamos por encima de Él y que necesitamos de su gracia.
En el texto del Evangelio que hoy se lee, Jesús se marcha a solas con sus discípulos en una barca. Pero muchos le siguieron por tierra… Y esperaron a que desembarcara.
San Marcos nos dice que Jesús al ver tanta gente se compadeció porque andaban como ovejas que no tienen pastor.
Encontramos en este evangelio un sentimiento De Dios-Padre, la compasión.
Jesús encarna la misericordia del Padre, por eso no les deja solos, sino que se convierte en Maestro, se convierte para ellos en el Pastor que necesitaban.
Dice el texto que se puso a enseñarles muchas cosas.
Jesús utilizó un lenguaje sencillo para anunciar el reino, para anunciar la Buena Noticia.
Como buen Maestro y Pedagogo empleaba las parábolas para tocar el corazón de aquellas personas.
Queridos amigos,
hoy le pedimos a Jesús Buen Pastor, que sea Él nuestro maestro en el descanso, para que sus palabras penetren en lo más profundo de nuestro ser, que transforme nuestro corazón y nos enseñe a transmitir, con un lenguaje sencillo, el amor de Dios, buena noticia para la humanidad.
Dios les bendiga.
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