martes, 12 de enero de 2016

I MIÉRCOLES DEL TIEMPO ORDINARIO

Homilía

Queridos amigos,


Ayer leíamos como Jesús predicaba con autoridad en la sinagoga. Hoy le vemos salir de allí y marchar con Santiago y Juan a la casa de Simón y Andrés. Lo que ayer decía de la consonancia que hay entre las palabras de Jesús y sus acciones, hoy se ve reflejado en el Evangelio que acabamos de escuchar.
En Jesús las palabras le llevan a las acciones, y viceversa. Él ha venido a sanar a los corazones destrozados, heridos por el pecado; ha venido a sanar a los enfermos y a liberar a los oprimidos; ha venido a sacarnos del fango que no nos permite ver más allá, dando sentido a nuestra vida; Él quiere que descubramos lo importante que es Dios en nosotros, que anhelemos la felicidad auténtica y experimentemos constantemente en nosotros el fruto de su amor.
En el Evangelio escuchamos como muchos se agolpaban en la puerta de la casa de Simón y Andrés, para que Jesús les hiciera algún milagro. El texto nos dice que Jesús curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios. Es verdad, Jesús vino a transformar en vida lo que nos conduce a la muerte, aliviando los sufrimientos y dolencias que atormentan nuestra vida, pero sobretodo, vino a revelarnos el amor del Padre, un amor que libera, transforma y nos conduce a la felicidad perpetua.
Queridos amigos, ¿Dónde estaban los que Jesús había curado cuando era condenado a muerte? ¿Hemos recibido de Jesús algún milagro? El mayor regalo que hemos recibido de Jesús es la salvación. ¿Correspondemos de la misma forma que Él lo ha hecho con nosotros? Que nada en el mundo nos lleve a negar a Jesús; vivamos este día enmarcado en el amor que Dios ha tenido con nosotros y transmitámoslo a todos aquellos que lo necesitan.


lunes, 11 de enero de 2016

I MARTES DEL TIEMPO ORDINARIO

Homilía 

Queridos amigos,

Trasmitir el Evangelio de Jesucristo no es tarea fácil. La transmisión del Evangelio no es decir palabras bonitas, no es dar clases magistrales de Dios. Transmitir el Evangelio de Jesús es encarnar en la vida los mismos sentimientos de Cristo, es sufrir en, con y por Cristo.

Su Evangelio, su Buena Noticia es como una espada afilada que va cortando todo aquello que nos hace daño, va cortando los cordeles que nos tienen anclados y que no nos permiten avanzar. Cada uno de nosotros sabemos cuáles son las cosas que nos hace daño, y sobre todo de las que no queremos salir.

Las palabras de Jesús penetran hasta el fondo de nuestro corazón y buscan desencarnar aquello que está como exceso, aquello que no pertenece a nuestra esencia de personas. La doctrina de Jesús impresionó a las personas de su época, porque enseñaba diferente de los escribas, enseñaba con autoridad.

La vida de Jesús compaginaba con lo que decía. Sus palabras iban acorde con sus acciones. Todos se preguntaron estupefactos: “¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo”. Pero no sólo ayer, hoy su vida sigue dejándonos atónitos, no deja de sorprendernos el testimonio de los evangelistas sobre Jesús.

Queridos hermanos, ante todo esto, no hemos de desanimarnos. Jesús conoce nuestra debilidad, sabe de qué estamos hechos. Su enseñar con autoridad no es para lucirse de lo bien que Él lo hace, sino para manifestarnos que estamos llamados a una vida libre, una vida feliz a plenitud. Él es el Hombre Perfecto, Aquel en quien el Padre se fijó para crearnos, y es gracias al amor infinito del Padre, manifiestado en la donación de su propio Hijo, que el hombre conoce lo que está llamado a ser, persona creada a imagen y semejanza de Dios, pero ahora ya no como criatura, sino como hijo de Dios, gracias al sacrificio de Cristo en la cruz. 

sábado, 2 de enero de 2016

II DOMINGO DE NAVIDAD (C)


Homilía
Queridos amigos,
Estamos en el segundo Domingo del Tiempo de Navidad. A lo largo de estos días hemos estado reflexionando sobre la Encarnación del Hijo de Dios. también hemos ido meditado sobre algunos personajes que precedieron a Jesús, como su padre José, su madre María, su prima Isabel, su primo Juan el Bautista, los pastores de Belén, etc. Personajes que nos enseñan a vivir en el amor y la humildad.
Hoy, el evangelista san Juan nos centra en Jesús, el Verbo hecho carne. Lo que en el principio era el Verbo, Palabra por lo que todo fue hecho, hoy se nos hace carne, para que desde su humanidad, podamos recobrar lo que con el pecado habíamos perdido. El Verbo puede tomar la condición de Hombre Perfecto, porque Él es la Imagen Perfecta, el modelo perfecto en quien Dios se fijó para crear al ser humano.
La presencia de Jesús entre nosotros nos devuelve la identidad de personas y nos hace capaces de aspirar a los bienes de arriba. Él es la Luz que ilumina nuestros pasos por el camino de la vida, Él es quien va dando sentido a nuestra existencia. Sin la venida de Jesús el hombre carecería de algo, de esa esperanza de que un día verá la gloria y entrará a gozar de las alegrías eternas.
Queridos amigos, que nuestra vida no esté al margen de esta realidad, que seamos personas capaces de descubrir en Jesús la llamada que se nos hace a vivir en la fe, la esperanza y el amor. Una fe adherida a Cristo, nuestro hermano y amigo, una esperanza puesta en un Dios que nos puede salvar, y un amor que es capaz de transformarlo y abarcarlo todo.
Damos gracias a Dios por su deseo de querer salvarnos dándonos a su único Hijo. Que María, nuestra Madre, nos ayude a descubrir el don maravilloso de sentirnos queridos por Dios, de sentirnos acogidos por su amor y su misericordia infinita. Que así sea.