Celebramos
el IV Domingo de Pascua, también conocido como Domingo de Jesús, Buen Pastor. Jesús,
Buen Pastor, es a la vez el Cordero que se ofrece como víctima en lugar de sus
ovejas. El libro del Apocalipsis nos habla de Jesús como el Cordero que se
sienta en el trono, y quienes están a su alrededor “ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque
el cordero que está delante del trono los apacentará y los conducirá hacia
fuentes de agua viva. Y Dios enjugará toda lagrima de sus ojos” (Ap 7,
16-17).
El Evangelio
nos centra en la figura del Buen Pastor. “Mis
ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la
vida eterna” (Jn 10, 27-28). Escuchar la voz del Pastor es aceptar la
Verdad. Escucharle es dejar que sus palabras transformen nuestra existencia. Él
conoce todo lo que hay en nuestro interior, sus palabras no son condena para
nosotros, sino que son palabras que pretenden sanar las heridas de nuestro corazón.
En la
primera lectura, el libro de los Hechos de los Apóstoles nos narra cómo Pablo
predica a los gentiles y estos acogen con alegría el mensaje del Señor. Es importante
señalar la reacción de los judíos; dice el texto que “…al ver el gentío, los judíos se llenaron de envidia y respondían con
blasfemia a las palabras de Pablo” (Hch 13, 45). ¿A que nos suena esto? ¿No
se parece a otros momentos en donde Jesús es rechazado por anunciar la buena
noticia? Recordemos que lo que llevó a Jesús a la cruz fueron sus palabras, el
mensaje sobre la Verdad. El ser humano cuando no decide enfrentarse a su verdad,
a la verdad que Jesús le dice, puede reaccionar con sentimientos de odio y
envidia, como reaccionaron los judíos ante las palabras de Pablo, incluso puede
llegar a actuar con violencia, causando la muerte, como ocurrió con Jesús.
Quien
de verdad esté dispuesto a seguir a Jesús, Buen Pastor, debe aceptar sus
palabras, de lo contrario se verá condenado a unirse al grupo de los que
crucifican a Jesús cada día. El que decida seguir al Buen Pastor, que da la vida
por sus ovejas, se verá premiado con la vida eterna, porque su corazón se ha
abierto a la trasformación que Él nos da.
Queridos
hermanos, hoy también celebramos la Jornada Mundial de Oración por las
Vocaciones. Hoy, se nos invita a orar y colaborar con las vocaciones nativas. El lema de esta jornada: “Te mira con
pasión” está inspirado en la vocación de Mateo –un recaudador de impuestos al que
Cristo mira y llama, muestra que las vocaciones son los “Mateos” de nuestro
tiempo (MV 8) con dos momentos: la
mirada amorosa de Cristo que mueve al joven a dar el sí (“Te mira con pasión”)
y la mirada de Jesús, con toda su fuerza de amor, que genera una actividad
misionera ("compasión"). En esta jornada, el Papa Francisco nos
invita a asumir la responsabilidad en el
cuidado y el discernimiento vocacional y en particular a los sacerdotes, porque
el cuidado pastoral de las vocaciones es una parte fundamental de su ministerio
pastoral.
Pidamos
a María Virgen su intercesión para que nuestras comunidades cristianas sean “comunidades vivas, fervorosas y alegres,
que sean fuentes de vida fraterna y que despierten entre los jóvenes el deseo
de consagrarse al Señor y a la evangelización".
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