Celebramos
la Santa Vigilia Pascual. Según una antiquísima tradición, esta es una noche de
vela en honor del Señor, y la Vigilia que tiene lugar en la misma, conmemorando
la Noche Santa en la que el Señor resucitó. Esta Vigilia es figura de la Pascua
auténtica de Cristo, de la noche de la verdadera liberación, en la cual, “rotas
las cadenas de la muerte, -como cantábamos en el pregón pascual- Cristo
asciende victorioso del abismo”.
Las lecturas
que hemos escuchado nos describen momentos importantes de la Historia de la
Salvación. Pero el momento culminante es la Resurrección de Jesucristo; por
eso, esta celebración es la más importante de todo el año litúrgico; esta es la
noche de las noches, porque celebramos la resurrección del Señor, haciendo
memoria de su Cena Pascual; esta es la Vigilia de las vigilias, porque
celebramos el triunfo de la vida sobre la muerte, la victoria de la luz sobre
las tinieblas.
“¿Por qué buscáis entre los muertos al que
vive?” Es la pregunta de uno de los hombres que se les presentaron a las mujeres
en el sepulcro. “No está aquí. Ha resucitado”.
Aquellas mujeres acudieron al sepulcro desanimadas. Hoy la pregunta se hace
actual. Tal vez nosotros también merezcamos el aviso-reproche de aquellos
hombres, ante nuestros cansancios y decepciones, ante nuestra desidia y nuestra
cobardía, ante nuestros desánimos. La resurrección de Cristo es el
acontecimiento que da sentido a nuestra fe. Si somos cristianos es por eso,
porque Jesús no se quedó en el sepulcro, sino que la fuerza de Dios lo hizo
pasar a su nueva existencia. Ha sido su pasión y muerte, pero fundamentalmente
su resurrección la que cambio el destino de los hombres; ahora ya no somos
simplemente criaturas, ahora somos hijos de Dios. Gran regalo que se nos da en
el Bautismo.
Queridos
hermanos, vale la pena que nos dejemos conquistar por la alegría de esta noche
y que entremos en el acontecimiento de la Pascua también nosotros, junto con
Jesús. Ese sepulcro vacío, es la victoria total de Cristo, sobre la muerte. ¿Quién
de nosotros sigue a un muerto por muy importante que haya sido en la vida? Seguimos
a uno que está vivo.
En este
año de la misericordia pongamos cara de resucitado, porque el Señor nos ha
salvado y ha querido darnos vida desde su vida. Hace días me llegó un whatsapp
de un hermano sacerdote y hoy quiero compartir parte de su mensaje, decía: La vida me ha enseñado que: la gente es
amable, si yo soy amable; que las personas están tristes, si estoy triste; que
todos me quieren, si yo los quiero; que todos son malos, si yo los odio; que
hay caras sonrientes, si les sonrío; que hay caras amargas, si estoy amargado; que
el mundo está feliz, si yo soy feliz; que la gente se enoja, si yo estoy
enojado; que las personas son agradecidas, si yo soy agradecido. La vida es
como un espejo: Si sonrío, el espejo me devuelve la sonrisa. La actitud que
tome frente a la vida, es la misma que la vida tomará ante mí. "El que
quiera ser amado, que ame". Os invito a que pongamos en práctica lo
que se nos dice, yo el primero. Que nuestra mayor actitud como cristianos, sea la
alegría que nace del encuentro con
Cristo resucitado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario