domingo, 24 de abril de 2016

LUNES. SAN MARCOS, evangelista, fiesta.

Queridos hermanos,
Celebramos la fiesta de san Marcos, evangelista, que primero acompañó a san Pablo en su apostolado, y después siguió los pasos de san Pedro, quien los llamó su hijo. Es tradición que en Roma recogió en su Evangelio la catequesis de Pedro a los romanos y que fue él quien instituyó la Iglesia de Alejandría, en el actual Egipto.
Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16, 15). Con estas palabras comienza el Evangelio que acabamos de escuchar. En primer lugar, oímos el mandato misionero de Jesús: proclamar el Evangelio. Hoy, el papa Francisco insiste en este mandato, y nos pide que anunciemos el Evangelio con la palabra, pero también con la vida. “Ser cristiano y ser misionero es la misma cosa. Anunciar el Evangelio, con la palabra e incluso antes, con la vida, es la finalidad principal de la comunidad cristiana y de cada miembro suyo”.
En esta tarea evangelizadora, el papa insiste en que evangelicemos a los pobres. “¿Qué significa evangelizar a los pobres?”, se pregunta el papa, y responde: “significa acercarse a ellos, servirlos, liberarlos de su opresión, y todo esto en el nombre y con el Espíritu de Cristo, porque es Él el Evangelio de Dios, es Él la Misericordia de Dios, es Él la liberación de Dios”.
El Evangelio continua diciendo que “el que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado” (Mc 16, 16). La última frase parece una frase de condena. Pero si profundizamos un poco, veremos que tiene su sentido. La Palabra de Jesús es Palabra para la vida. No es Dios que condena al hombre, es el hombre, el que por rechazo a la Palabra que es Verdad, se condena así mismo. Quien escucha el Evangelio y no lo acoge, por rechazo a la Verdad, no puede vislumbrar la vida, ya que sus palabras son “buena noticia a los hombres de todas las épocas y culturas” (EV 1).
Queridos hermanos, que la evangelización sea nuestra tarea de cada día, que nuestro testimonio sea lo que marque a las personas que están a nuestro alrededor. Pidamos a María Santísima, modelo de la evangelización, que nos ayude a vivir en clave evangelizadora, para que cada día comuniquemos a Cristo, Evangelio viviente. Que así sea.

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