viernes, 4 de diciembre de 2015

I JUEVES DE ADVIENTO

Homilía

Queridos amigos,
El requisito que escuchamos en el Evangelio para entrar en el reino de Dios es cumplir su voluntad. Quien cumple la voluntad de Dios es un hombre prudente que construye sobre roca firme.
¿Qué es cumplir la voluntad de Dios? ¿Cómo entendemos la voluntad de Dios en nuestras vidas? Si hacemos un repaso por los mandamientos de la Ley de Dios nos daremos cuenta de que los mandamientos de la ley del Señor, más que inscritos en las piedras de Moisés, están impresos en nuestro corazón. Es allí donde encontramos la clave para cumplir la voluntad de Dios.
Nuestra propia conciencia nos dice que es lo que debemos hacer para estar bien con Dios, con el prójimo y conmigo mismo. Cimentar sobre roca es tener una conciencia tranquila, libre, capaz de amar sin distinción, sabiendo que Dios está presente en mi vida y en la vida de los demás.

Las palabras de Jesús son para nosotros invitación a la reflexión,  fuerza renovadora e impulso misionero. Quien lo vive de esta forma descubre en lo más profundo de su ser el sentido original de la vida, la vocación a la que estamos llamados y la meta a la que aspiramos.
Ser conscientes de esto no es fácil si vivimos una vida aislada, independiente, una vida a mi manera. Eso no lo quiere Dios, su voluntad es que vivamos como hermanos, que nos abracemos a sus palabras y que caminemos como hermanos. No es que Dios quiera imponer esto a hombre, sino que sabe, como familia trinitaria que es, que sólo el caminar juntos será lo que construya al hombre en su ser original.
Queridos amigos, que nuestra voluntad sea siempre la del Padre, que sepamos reconocer a lo largo de nuestra vida lo que Dios quiere para nosotros, de forma que seamos capaces de llegar la plenitud de la vida, el reino de Dios.

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