El requisito que escuchamos en
el Evangelio para entrar en el reino de Dios es cumplir su voluntad. Quien
cumple la voluntad de Dios es un hombre prudente que construye sobre roca
firme.
¿Qué es cumplir la voluntad de
Dios? ¿Cómo entendemos la voluntad de Dios en nuestras vidas? Si hacemos un
repaso por los mandamientos de la Ley de Dios nos daremos cuenta de que los
mandamientos de la ley del Señor, más que inscritos en las piedras de Moisés,
están impresos en nuestro corazón. Es allí donde encontramos la clave para
cumplir la voluntad de Dios.
Nuestra propia conciencia nos
dice que es lo que debemos hacer para estar bien con Dios, con el prójimo y
conmigo mismo. Cimentar sobre roca es tener una conciencia tranquila, libre,
capaz de amar sin distinción, sabiendo que Dios está presente en mi vida y en
la vida de los demás.
Las palabras de Jesús son para
nosotros invitación a la reflexión, fuerza renovadora e impulso misionero. Quien
lo vive de esta forma descubre en lo más profundo de su ser el sentido original
de la vida, la vocación a la que estamos llamados y la meta a la que aspiramos.
Ser conscientes de esto no es
fácil si vivimos una vida aislada, independiente, una vida a mi manera. Eso no
lo quiere Dios, su voluntad es que vivamos como hermanos, que nos abracemos a
sus palabras y que caminemos como hermanos. No es que Dios quiera imponer esto
a hombre, sino que sabe, como familia trinitaria que es, que sólo el caminar
juntos será lo que construya al hombre en su ser original.
Queridos amigos, que nuestra
voluntad sea siempre la del Padre, que sepamos reconocer a lo largo de nuestra
vida lo que Dios quiere para nosotros, de forma que seamos capaces de llegar la
plenitud de la vida, el reino de Dios.
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