Queridos hermanos,
Celebramos la fiesta de san Matías, apóstol, que siguió
al Señor Jesús desde el bautismo de Juan hasta el día en que Cristo subió a los
cielos y, por esta razón, después de la Ascensión del Señor fue puesto por los apóstoles
en el lugar que había ocupado Judas, el traidor, para que, formando parte del
grupo de los Doce, fuese testigo de la Resurrección.
“Permaneced en mi amor”, Esta es la clave de nuestra vida, la pieza
perfecta del puzzle de nuestro diario vivir. Permanecer en el amor de Dios es
ser feliz. Permanecer en el amor de Dios es cumplir los mandamientos. Permanecer
en el amor de Dios es dejarse guiar por el Evangelio, y quien se deja guiar por
el Evangelio, vive en alegría.
Los cristianos estamos llamados
a vivir en plenitud la felicidad, alegría que nace del Evangelio.
En el Evangelio que hoy
escuchamos, Jesús nos pide que nos amemos unos a otros. Amar al hermano es amar
a Dios. Pero, hemos de pasar por un proceso de purificación, para llegar a sentirnos
amados y perdonados por Dios.
¿Cómo podemos amar de verdad?
Todo ser humano tiene la capacidad de amar, porque su esencia es el amor,
ingrediente fundamental con el que Dios nos creó. Pero lamentablemente, nuestra
falta de libertad, producto del pecado, no nos deja amar de verdad. Este Dios
que nos ama busca que le amemos. Por eso, la clave está en buscar su amor que
es ilimitado, y no “otros amores”. Quien quiera amar de verdad deberá ser como Dios.
Dios ama desde la libertad,
desde la verdad, en el silencio, con perseverancia. Dios ama haciendo “acto de presencia”
cuando le necesitamos a nuestro lado. Dios ama “ausentándose” cuando creemos
que “sobra”.
Llegar a amar como Dios
amerita tiempo; tiempo y práctica para purificar hasta llegar a la plenitud. Se
trata de un proceso de mucho dolor, sacrificio, meditación y oración. Se requiere
humildad, paciencia y perseverancia. Llegar a amar como Dios exige aprender a
escuchar, ser prudente al hablar, tener una actitud de compresión.
Amar al hermano es saber
aceptarlo tal y como es. Es tener la valentía de pedir perdón y perdonarlo las
veces que sean necesarias. Amar al hermano es escucharle sin reprocharle nada.
El camino del amor no es
fácil cuando no somos libres. Pero cuando llegas a liberarte de todo descubres
lo importante que eres para Dios y lo mucho que vales para tus hermanos. Amar sin esperar nada a cambio es ser feliz.