“Sígueme”, son las palabras
del Señor a Pedro al final del diálogo que hemos escuchado en el Evangelio. ¡Qué compromiso! Seguirle y a la vez apacentar
sus ovejas. Cuidar el rebaño del Señor. En definitiva, el Señor nos pide que
seamos “otro pastor”, como Él.
Sígueme Pedro, sígueme María,
Antonio, Paco, Justina, Laura… sígueme desde tu sencillez y humildad. No tengas
miedo en cuidar de mi rebaño, yo te conozco, conozco tus debilidades, pero también
conozco la buena intención que hay en tu corazón, sólo una cosa te pido:
apacienta mis ovejas, cuida de ellas, llévala a verdes praderas, dales del agua
pura que brota del manantial de la vida.
El buen pastor sabe esquilarle
aquello que le impide vivir en libertad, cuando hace mal tiempo no las deja
salir para que la tempestad no les haga daño, las deja en el aprisco ese día él
mismo les trae el alimento y les da de comer.
El buen pastor, como buen centinela,
se sienta en lo alto, no para que le sirvan, sino para cuidar de sus ovejas,
cuando ve venir al lobo a lo lejos, sale a su encuentro y lo enfrenta hasta que
este huye. El buen pastor desde lo alto observa a sus ovejas y poco a poco las
va conociendo, llegando a llamar a cada una por su nombre, llegando a atender
personalmente las necesidades de cada una de ellas. Ellas le conocen y saben
responder a su voz.
Cuando una de sus ovejas se
pierde, él deja a las demás en el redil, con provisión de agua y comida, y sale en busca de la extraviada.
Cuando la encuentra la abraza, porque sabe que está asustada, sola, herida… con
su abrazo le dice lo mucho que la ama, que no lo juzga y que no quiere
perderla. Su abrazo va cargado de la fuerza del corazón capaz de perdonar y
regenerar la persona sin necesidad de palabras.
El buen pastor, es capaz de
dar la vida por sus ovejas, si es necesario.
¿Conozco a mis ovejas? ¿Cuido
de ellas? ¿Aprendo de ellas? ¿Les escucho y salgo a su encuentro cuando claman
mi presencia?
Cada día Señor, tú me
invitas a seguirte de corazón, y en medio de mis limitaciones me pides que
apaciente tus ovejas, dame la fuerza para guiar con sabiduría a tantas personas
que se acercan esperando un buen pastor, como Tú lo eres, Señor.
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