martes, 24 de mayo de 2016

VIII MIÉRCOLES DEL TIEMPO ORDINARIO

Queridos hermanos,

Nuestra idea de Dios, no deja de una idea marcada por nuestra propia ambición humana. Probablemente proyectemos en Dios lo que nos gustaría ser. Puede que en nosotros reine el interés, el deseo de ser alabados, de buscar los honores… como los hijos de Zebedeo.
Señor: “Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda”. Desde luego, cuando en el corazón humano no gobierna el amor de Dios, fácilmente nos dejamos llevar por los deseos y las apetencias de este mundo.
Jesús nos enseña que el camino a seguir está marcado por el amor. “Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos”. El poder, el prestigio, la fama… no nos dará la salvación. El camino es el servicio, servir desde el desprendimiento y la entrega. Eso es lo que nos da la verdadera autoridad y la capacidad para estar más cerca de Dios y de nuestros hermanos.




viernes, 13 de mayo de 2016

SAN MATÍAS, apóstol, fiesta.

Queridos hermanos,

Celebramos la fiesta de san Matías, apóstol, que siguió al Señor Jesús desde el bautismo de Juan hasta el día en que Cristo subió a los cielos y, por esta razón, después de la Ascensión del Señor fue puesto por los apóstoles en el lugar que había ocupado Judas, el traidor, para que, formando parte del grupo de los Doce, fuese testigo de la Resurrección.  
Permaneced en mi amor”, Esta es la clave de nuestra vida, la pieza perfecta del puzzle de nuestro diario vivir. Permanecer en el amor de Dios es ser feliz. Permanecer en el amor de Dios es cumplir los mandamientos. Permanecer en el amor de Dios es dejarse guiar por el Evangelio, y quien se deja guiar por el Evangelio, vive en alegría.
Los cristianos estamos llamados a vivir en plenitud la felicidad, alegría que nace del Evangelio.
En el Evangelio que hoy escuchamos, Jesús nos pide que nos amemos unos a otros. Amar al hermano es amar a Dios. Pero, hemos de pasar por un proceso de purificación, para llegar a sentirnos amados y perdonados por Dios.
¿Cómo podemos amar de verdad? Todo ser humano tiene la capacidad de amar, porque su esencia es el amor, ingrediente fundamental con el que Dios nos creó. Pero lamentablemente, nuestra falta de libertad, producto del pecado, no nos deja amar de verdad. Este Dios que nos ama busca que le amemos. Por eso, la clave está en buscar su amor que es ilimitado, y no “otros amores”. Quien quiera amar de verdad deberá ser como Dios 
Dios ama desde la libertad, desde la verdad, en el silencio, con perseverancia. Dios ama haciendo “acto de presencia” cuando le necesitamos a nuestro lado. Dios ama “ausentándose” cuando creemos que “sobra”.
Llegar a amar como Dios amerita tiempo; tiempo y práctica para purificar hasta llegar a la plenitud. Se trata de un proceso de mucho dolor, sacrificio, meditación y oración. Se requiere humildad, paciencia y perseverancia. Llegar a amar como Dios exige aprender a escuchar, ser prudente al hablar, tener una actitud de compresión.
Amar al hermano es saber aceptarlo tal y como es. Es tener la valentía de pedir perdón y perdonarlo las veces que sean necesarias. Amar al hermano es escucharle sin reprocharle nada.

El camino del amor no es fácil cuando no somos libres. Pero cuando llegas a liberarte de todo descubres lo importante que eres para Dios y lo mucho que vales para tus hermanos. Amar sin esperar nada a cambio es ser feliz.

jueves, 12 de mayo de 2016

VII VIERNES DE PASCUA

Queridos hermanos,
“Sígueme”, son las palabras del Señor a Pedro al final del diálogo que hemos escuchado en el Evangelio.  ¡Qué compromiso! Seguirle y a la vez apacentar sus ovejas. Cuidar el rebaño del Señor. En definitiva, el Señor nos pide que seamos “otro pastor”, como Él.
Sígueme Pedro, sígueme María, Antonio, Paco, Justina, Laura… sígueme desde tu sencillez y humildad. No tengas miedo en cuidar de mi rebaño, yo te conozco, conozco tus debilidades, pero también conozco la buena intención que hay en tu corazón, sólo una cosa te pido: apacienta mis ovejas, cuida de ellas, llévala a verdes praderas, dales del agua pura que brota del manantial de la vida.
El buen pastor sabe esquilarle aquello que le impide vivir en libertad, cuando hace mal tiempo no las deja salir para que la tempestad no les haga daño, las deja en el aprisco ese día él mismo les trae el alimento y les da de comer.   
El buen pastor, como buen centinela, se sienta en lo alto, no para que le sirvan, sino para cuidar de sus ovejas, cuando ve venir al lobo a lo lejos, sale a su encuentro y lo enfrenta hasta que este huye. El buen pastor desde lo alto observa a sus ovejas y poco a poco las va conociendo, llegando a llamar a cada una por su nombre, llegando a atender personalmente las necesidades de cada una de ellas. Ellas le conocen y saben responder a su voz.
Cuando una de sus ovejas se pierde, él deja a las demás en el redil, con provisión  de agua y comida, y sale en busca de la extraviada. Cuando la encuentra la abraza, porque sabe que está asustada, sola, herida… con su abrazo le dice lo mucho que la ama, que no lo juzga y que no quiere perderla. Su abrazo va cargado de la fuerza del corazón capaz de perdonar y regenerar la persona sin necesidad de palabras.
El buen pastor, es capaz de dar la vida por sus ovejas, si es necesario.
¿Conozco a mis ovejas? ¿Cuido de ellas? ¿Aprendo de ellas? ¿Les escucho y salgo a su encuentro cuando claman mi presencia?
Cada día Señor, tú me invitas a seguirte de corazón, y en medio de mis limitaciones me pides que apaciente tus ovejas, dame la fuerza para guiar con sabiduría a tantas personas que se acercan esperando un buen pastor, como Tú lo eres, Señor.

martes, 10 de mayo de 2016

VII JUEVES DE PASCUA

Queridos hermanos,
Pidamos al Señor que nos de la gracia de permanecer unidos a Él.
·        Dar de comer al ambiento es vivir en la unidad,
·        Dar de beber al sediento es vivir en la unidad,
·        Socorrer al preso es vivir en la unidad,
·        Visitar al enfermo es vivir en la unidad,
·        Dar posada al peregrino es vivir en la unidad,
·        Vestir al desnudo es vivir en la unidad,
·        Enterrar a los muertos es vivir en la unidad,
·        Enseñar al que no sabe es vivir en la unidad,
·        Dar buen consejo al que lo necesita es vivir en la unidad,
·        Corregir al que está en error es vivir en la unidad,
·        Perdonar las injurias es vivir en la unidad,
·        Consolar al triste es vivir en la unidad,
·        Sufrir con paciencia los defectos de los demás es vivir en la unidad,
·        Rogar a Dios por vivos y difuntos es vivir en la unidad.
Señor, que las obras de misericordia que nos has enseñado con tu vida, sean el itinerario de nuestro diario vivir, para que vivamos unidos a Ti, que eres la Unidad perfecta. Amén. 

VII MIÉRCOLES DE PASCUA

Queridos hermanos,

La humanidad divinizada por Jesús queda enmarcada en la unidad trinitaria. Es gracias al Bautismo cuando recuperamos nuestra imagen resquebrajada por el pecado; además, gracias a Cristo, adquirimos una nueva condición, la de hijos en el Hijo. De ahí, la petición de Jesús: “Padre Santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno como nosotros”.
Jesús, a lo largo de su vida, nos enseña a vivir en la unidad con el Padre. Sus palabras y obras van al unísono con las la voluntad del Padre. Portan, cumplir la voluntad del Padre es vivir en la unidad.
A veces no comprendemos lo que el Señor nos pide realizar, nos dejamos llevar por el miedo porque desconfiamos de su Palabra. Jesús al final de si vida en la tierra, experimento el temor a cumplir la voluntad del Padre, pero no se rinde, contra todo su pensamiento, termina diciendo: “Padre, que no se haga mi voluntad sino la tuya”. Esta confianza en la voluntad del Padre está garantizada por la unidad. Es lo   que tiene vivir unidos a Dios, la seguridad de sentirnos apoyados por quien sabemos, nos ama. Vivir en la unidad del Padre es vivir en la certeza de sentirnos hijos queridos.
Señor,
dame la gracia de mantenerme fiel a la Palabra,
dame la fuerza de cumplir los mandamientos,
dame la capacidad de perdonar a quien me ofende,
dame el don de acoger al hermano que sufre,
dame el valor de luchar contra todo mal,
para que mi vida sea fiel a la verdad y pueda mantenerme en la unidad que el Padre y el Hijo, junto con el Espírito Santo se profesan.
Queridos hermanos, vivir esta unidad es ser capaces de encontrarnos cada día con el Señor en la oración, en la familia, en los hermanos que sufren a nuestro alrededor. Vivir en la unidad es ser capaz de descubrir en nosotros mismos la capacidad de abrirnos a los que piensan distintos de nosotros.
Padre, que sean uno como nosotros”.

lunes, 9 de mayo de 2016

MARTES. SAN JUAN DE ÁVILA, presbíterio, m. obligatoria.

Queridos hermanos,
Celebramos el día de San Juan de Ávila, patrón de los sacerdotes, su semilla, su único tesoro, era su palabra, una palabra saturada de meditación bíblica y caldeada en la oración, de la que salía “templado” para subir al púlpito. Predicó en ocasiones solemnes y en catedrales, y mucho más en templos rurales y en plazas. Sus sermones son ricos en doctrina, y al mismo tiempo, realistas y acomodados al pueblo que le escucha.
Hoy escuchamos, como Pablo es testigo de ese Evangelio Vivo, que es Jesucristo. Es importante resaltar la conciencia que tanto Jesús, como Pablo tienen de llegar a la meta. Pablo manifiesta que el anuncio del Evangelio lleva consigo cadenas y tribulaciones, pero a Él no le importa su vida, sino completar la carrera y consumar el ministerio que recibió del Señor. Se trata de servir al Señor con humildad y lágrimas en medio de las dificultades, teniendo presente que lo importante es anunciar el plan de Dios a todos los hombres.
En el Evangelio, Jesús revela el deseo que tiene con todos los hombres: la salvación. Por eso, sube al Padre para interceder por nosotros,  porque conoce que aunque nos haya revelado la verdad, el mundo no deja de obnubilar nuestra conciencia.
Como cristianos, estamos llamados a conocer la Verdad. “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo”. Conocer a Dios es la razón fundamental por la que anhelamos la vida eterna y por la que evangelizamos. Se trata de llegar al conocimiento pleno de la Verdad. Así, quien vive en la verdad, vive en el amor.  
Queridos hermanos, Jesús nos ha revelado la Verdad. Él es la verdad, el camino que nos conduce al Padre. Quien vive en la verdad vive en el amor. Su ley ya no es ley humana sino ley de Dios, es ley de amor. Que vivamos este día en acción de gracias por habernos dado a conocer la verdad en su Hijo Jesús.  

domingo, 8 de mayo de 2016

VII LUNES DE PASCUA

Queridos hermanos,

“Tened valor: yo he vencido al mundo”, dice el Señor.
Señor, es verdad que en mi vida hay muchos miedos y que no soy capaz de adentrarme en mi propia realidad para salir airoso. El mundo me pone en peligro constantemente y no tengo la fuerza suficiente para luchar contra lo adverso.
Lucho contra mi egoísmo y mi falta de amor al prójimo. Lucho contra la desesperanza que anida en mi vida y no me deja caminar hacia Ti, lucho contra la corriente del mundo que me aleja del bien. Lucho contrala esclavitud que llevo en mi interior y no me deja ser libre.
Cada día lucho Señor, pero tengo que reconocer que sin Ti, yo no soy nada. Que mi lucha es tu lucha, y que sólo Tú, me darás la fuerza suficiente para poder llegar a la meta definitiva.
Te pido Señor, por quienes luchan contra la injusticia, el hambre, la persecución, la guerra… te pido por quienes luchan por salir adelante en medio de la pobreza, por quienes sufren la violencia y el desamor… anida en mi corazón el deseo de un mundo más humano, capaz de amar como Tú nos amas.  
En este día, Señor, te pido que me acompañes en mí caminar, que no me abandones, para que en medio de mis dificultades pueda gozar de la paz que sólo Tú me puedes dar