jueves, 12 de mayo de 2016

VII VIERNES DE PASCUA

Queridos hermanos,
“Sígueme”, son las palabras del Señor a Pedro al final del diálogo que hemos escuchado en el Evangelio.  ¡Qué compromiso! Seguirle y a la vez apacentar sus ovejas. Cuidar el rebaño del Señor. En definitiva, el Señor nos pide que seamos “otro pastor”, como Él.
Sígueme Pedro, sígueme María, Antonio, Paco, Justina, Laura… sígueme desde tu sencillez y humildad. No tengas miedo en cuidar de mi rebaño, yo te conozco, conozco tus debilidades, pero también conozco la buena intención que hay en tu corazón, sólo una cosa te pido: apacienta mis ovejas, cuida de ellas, llévala a verdes praderas, dales del agua pura que brota del manantial de la vida.
El buen pastor sabe esquilarle aquello que le impide vivir en libertad, cuando hace mal tiempo no las deja salir para que la tempestad no les haga daño, las deja en el aprisco ese día él mismo les trae el alimento y les da de comer.   
El buen pastor, como buen centinela, se sienta en lo alto, no para que le sirvan, sino para cuidar de sus ovejas, cuando ve venir al lobo a lo lejos, sale a su encuentro y lo enfrenta hasta que este huye. El buen pastor desde lo alto observa a sus ovejas y poco a poco las va conociendo, llegando a llamar a cada una por su nombre, llegando a atender personalmente las necesidades de cada una de ellas. Ellas le conocen y saben responder a su voz.
Cuando una de sus ovejas se pierde, él deja a las demás en el redil, con provisión  de agua y comida, y sale en busca de la extraviada. Cuando la encuentra la abraza, porque sabe que está asustada, sola, herida… con su abrazo le dice lo mucho que la ama, que no lo juzga y que no quiere perderla. Su abrazo va cargado de la fuerza del corazón capaz de perdonar y regenerar la persona sin necesidad de palabras.
El buen pastor, es capaz de dar la vida por sus ovejas, si es necesario.
¿Conozco a mis ovejas? ¿Cuido de ellas? ¿Aprendo de ellas? ¿Les escucho y salgo a su encuentro cuando claman mi presencia?
Cada día Señor, tú me invitas a seguirte de corazón, y en medio de mis limitaciones me pides que apaciente tus ovejas, dame la fuerza para guiar con sabiduría a tantas personas que se acercan esperando un buen pastor, como Tú lo eres, Señor.

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