Homilía
Queridos amigos, nunca
olvidemos que lo más importante es la Ley del amor. Si este precepto se tiene
en cuenta a la hora de juzgar desde la ley humana, estaremos obrando como Dios
quiere. Una ley que no esté bajo la Ley del amor jamás juzgará rectamente.
¿Es lícito
curar en sábado, o no? Es la pregunta de Jesús ante quienes le espiaban. La
ley se hizo para el hombre, no el hombre para la ley. Si pensamos lo contrario
es que probablemente estamos perdiendo nuestra razón antropológica. Nos aterra
escuchar noticias, el mundo parece que ha perdido la humanidad. Hablamos de la inversión
de valores, y es verdad, preferimos antes salvar un animal a salvar una
persona.
Cuando una persona se hace esclavo de la ley se creé dueño y
poseedor de la verdad. Pero cuando está abierta al amor, la Verdad que es Jesús
le hace libre. Este bello concepto nos permite descubrir lo fundamental en la vida para ser felices.
Es importante tener presente que la ley está hecha para
cumplirla, no podemos construir una sociedad si no existe una serie de normas
que busquen el bien común; por tanto, la
ley es buena con tal que proteja valores auténticos, libere de subjetivismos
arbitrarios y ayude a las personas en su humana debilidad.
Me llama la atención que en este pasaje, como en otros
tantos, los fariseos y maestros de la ley optan por no decir nada. Guardar
silencio; Jesús guardó silencio ante las preguntas de Pilato. Entonces, ¿qué hay
de malo en la actitud que toman estos hombres? Está claro que la intención era pescarle
en cuanto cometiera un error. Esta supuesta
cautela encierra en sí misma la actitud presuntuosa de quien cree que lo sabe
ya todo y mira a las personas a través de sus prejuicios, dispuesta a pillarla
si se equivoca. Esta actitud no nos permite relacionarnos bien con el otro,
ya que con frecuencia juzgamos al prójimo sin conocerle.
Pidamos al Señor, nos ayude a amar con sincero corazón y descubrir
en las leyes humanas los valores para construir un mundo más humano. Que así
sea.
Rom 9, 1-5. Quisiera
ser un proscrito por el bien de mis hermanos.
Sal 147. R. Glorifica
al Señor, Jerusalén.
Lc 14, 1-6. Si a uno
se le cae al pozo el hijo o el buey, ¿no lo saca, aunque sea sábado?
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