lunes, 14 de diciembre de 2015

III MARTES DE ADVIENTO

Homilía
Queridos amigos,
¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre? Lo que vale delante de Dios no son las apariencias, ni las buenas intenciones, sino la práctica de la justicia que Dios quiere. Nuestra vida ha de ser sincera ante Dios y ante los hermanos. Es la mejor forma de realizarnos como personas. 
Muchas personas llevan en su interior heridas que no han sido sanadas, muchas han tomado decisiones un poco contradictorias porque la sociedad no les ha dado las herramientas para un mejor porvenir. Cuantas veces nos ha llamado la atención personas que nunca están en la Iglesia, pero tienen una fe inquebrantable. Un respeto admirable por las cosas buenas y santas.
Conocemos a muchas personas que llevan en su vida un calvario: alcohólicos, drogadictos, prostitutas… pero su condición no les aleja de Dios, al contrario, se aferran más a Él para que les ayude y les de fuerzas de seguir adelante. Se esfuerzan por luchar por el bien común y entre ellos se apoyan unos con otros. Estos también son los pobres del Evangelio, aquellos que muchas veces nos enseñan que nuestros problemas son insignificantes comparados con los de otros. Estos son los que nos llevan una delantera en el reino de los cielos.
Ante el testimonio del Papa Francisco, son muchos los que se han convertido y han regresado a casa. Seguramente fue lo que pasó con los publicanos y las prostitutas del Evangelio, fueron las palabras de Juan el Bautista, las que les motivó a emprender un camino nuevo, a encontrarse nuevamente con Dios, a luchar por salir del estado en la que se encontraban. Fue sobre todo, el testimonio de Jesús el que marcó la vida de muchas personas.
Queridos amigos, como cristianos, no podemos quedarnos estáticos ante las palabras de Jesús, ellas deben producir en nosotros un efecto renovador. Su vida debe transformar la nuestra. Que nuestra actitud sea siempre la de un hijo que diga si y cumpla la voluntad de Dios, o que ante la respuesta negativa, experimentemos el arrepentimiento y volvamos a Dios.

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