viernes, 6 de noviembre de 2015

XXXI SÁBADO DEL TIEMPO ORDINARIO


Homilía
Queridos amigos,
Nuevamente Jesús insiste en el tema del dinero. La sustitución de Dios por el dinero es uno de los temas claves en la predicación de Jesús. “No se puede servir a Dios y al dinero”, “dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”, “anda, vende todo los que tienes, da el dinero a los pobres y luego ven y sígueme”. Parece que este es uno de los impedimentos fundamentales para vivir nuestra unión con Dios.
“No podemos servir a dos amos: porque o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo”. Lo importante de todo esto consiste en ser capaces de ser felices. La felicidad es Dios; sustituir a Dios por el dinero es desconfiar de su providencia para con nosotros. Este tema nos puede llevar a crecer como personas o, a frustrarnos cuando desaparezca lo que creíamos era el fundamento de nuestra facilidad.
Si en nuestras pequeñas cosas somos sinceros y rendimos cuentas claras, también lo seremos en las cosas grandes. Es decir, podemos tener toda la riqueza del mundo, pero si Dios no ocupa el centro de nuestro corazón, ese dinero nos hace esclavos. No hay nada más importante que la libertad, cuando Dios ocupa el centro de nuestra vida, seremos capaces de desprendernos de aquello que nos quita la libertad. Si somos libres, nuestro corazón estará abierto a las necesidades del otro.
Queridos amigos, lo importante es que, poseamos riquezas o no, en lo poco o lo mucho seamos buenos administradores, porque en definitiva eso es lo que somos, administradores de las cosas de Dios. Dispuestos a compartir con aquellos que más lo necesitan. 



Rom 16, 3-9. 16. 22-27. Saludaos unos a otros con el beso ritual.

Sal 144. R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

Lc 16, 9-15. Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras?



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