viernes, 27 de noviembre de 2015

XXXIV SÁBADO DEL TIEMPO ORDINARIO

 Homilía

Queridos amigos,
Con estas lecturas términos el tiempo ordinario., y además, esta tarde comenzaremos un nuevo año litúrgico. Un nuevo año que debe ir cargado de mucha ilusión, de mucha esperanza. Jesús viene a nuestro encuentro y lo hace día tras día.
La invitación de Jesús a estar alertas es constante. “Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.” Estar atentos, con las lámparas encendidas, como el centinela que vigila a qué horas va venir el ladrón, como el sirvo que espera a que su amo regrese para recibirle.
Estar atentos es vivir cumpliendo la voluntad de Dios. Estar atentos es vivir en libertad y teniendo la conciencia tranquila. El regalo más grande que Dios nos da es su amor, y quiere que lo transmitamos a todos los que están necesitados de la ternura de Dios.
Queridos amigos, este nuevo año que vamos a comenzar debe estar caracterizado por la búsqueda apasionada de Dios en los hombres, sin caer en la rutina y la mediocridad. Jesús pronto nacerá pero busca que le demos cobijo y le abramos nuestro corazón, porque es allí donde realmente desea nacer.
Damos gracias a Dios por tantas cosas recibidas a lo largo de este año, por el don de la amistad y por tantas cosas que sólo nuestro corazón conoce. Gracias a María, que nos dio el Salvador. Vivíamos siempre contentos y fieles a la verdad. Que así sea.  

Dan 7, 15-27. El poder real y el dominio serán entregados al pueblo de los santos del Altísimo.
Salmo: Dan 3, 82-87. R. Ensalzadlo con himnos por los siglos.
Lc 21, 34-36. Estad siempre despiertos, para escapar de todo lo que está por venir.

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