sábado, 7 de noviembre de 2015

XXXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Homilía

Queridos amigos,

“El que menos tiene es el que más da”. En su corazón no existe la ambición ni la confianza en las cosas materiales. En su corazón  sólo existe la confianza en el Señor y el deseo de que todos seamos felices. Quien así actúa sabe que Dios es su refugio y que no hay nadie más que le pueda salvar.

La viuda pobre que escuchamos en el Evangelio, nos permite descubrir el significado profundo de nuestra vida. Sólo el que tiene a Dios en su corazón, puede entregar hasta lo más valioso que tiene: la vida.

La presunción de querer aparentar lo que no somos, nos encierra en la búsqueda de prestigio, poder, dinero, placer… quien actúa de esta forma llega hasta el punto de perder el equilibrio de la vida, encerrarse en sí mismo y morir o convertirse y vivir. La arrogancia, producto del pecado, nos lleva a la envidia, el egoísmo, el odio. Nos hace perder la identidad humana de tal forma que el prójimo se convierte en objeto de mis propios beneficios.

Esta manera de vivir la vida no está nada lejos de nuestra realidad. La sociedad de hoy pone por encima a quién pertenece a un status social elevado. Los medios de comunicación nos hacen creer que el importante es aquel que está a la moda, o el que mejor juega un determinado deporte, etc. Hacemos separaciones, tú vales por lo que pesas o lo que representas y no por lo que realmente eres: persona, creada a imagen y semejanza de Dios. En términos del papa Francisco, vivimos actualmente en una sociedad del descarte.

“¡Cuidado con los escribas! -nos dice Jesús-, les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes”. Nuestro ejemplo a seguir siempre será Jesús. Su vida es para nosotros el mayor testimonio que podamos tener. Jesús nos enseñó que lo más importante es vivir en el Amor. Sólo desde el amor podremos servir con humildad, querer sin distinción, vivir en la unidad, dar desde la generosidad.

La viuda pobre dio todo lo que tenía. Jesús llamando a sus discípulos, les dijo: “Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.” ¿Qué doy al Señor? ¿Doy de lo que me sobra?  Dar de lo que me sobra no tiene ningún sentido ni mérito alguno.

Dios quiere que demos de nosotros todo lo que hemos recibido de Él. “Lo que hemos recibido gratis, gratis hemos de darlo”. Nada nos pertenece, todo es don de Dios. El tiempo, la alegría de vivir, la esperanza, la fe, la comprensión, la ternura, la misericordia, la paz… todo lo que hemos recibido, incluso la vida.

Queridos amigos, que en este día sepamos descubrir esos dones maravillosos que hemos recibido de Dios y los pongamos al servicio de nuestros hermanos. Que María, nuestra Madre, nos ayude a vivir el gozo del desprendimiento y la entrega, como ella lo hizo un día al dar el sí que Dios necesitaba para redimir la humanidad. Que así sea.
1 Re 17, 10-16. La viuda hizo un panecillo y lo llevó a Elías.
Sal 145. R. Alaba, alma mía, al Señor.
Heb 9, 24-28. Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos.
Mc 12, 38-44. Esa pobre viuda ha echado más que nadie.

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