martes, 10 de noviembre de 2015

XXXII MIÉRCOLES DEL TIMPO ORDINARIO. (San Martín de Tours, obispo, m. obligatoria)


Homilía

Queridos amigos,

Celebramos hoy en nuestra parroquia la fiesta de San Martin, obispo de Tours. Nacido de padres paganos en Panonia, en la actualidad Hungría, en torno al año 316, fue orientado por su padre a la carrera militar. Todavía adolescente, san Martín conoció el cristianismo y, superando muchas dificultades, se inscribió entre los catecúmenos para prepararse al bautismo. Recibió el sacramento en torno a los 20 años, pero debió permanecer aún mucho tiempo en el ejército, donde dio testimonio de su nuevo estilo de vida: respetuoso y comprensivo con todos, trataba a su sirviente como a un hermano, y evitaba las diversiones vulgares.

Aunque se le atribuyen muchos milagros, san Martín es famoso sobre todo por un acto de caridad fraterna. Siendo aún un joven soldado, encontró en su camino a un pobre aterido y temblando de frío. Tomó entonces su capa y, cortándola en dos con la espada, le dio la mitad a aquel hombre. Durante la noche se le apareció en sueños Jesús, sonriente, envuelto en aquella misma capa.

En el Evangelio que hoy leemos, nos encontramos con diez leprosos que se pararon a lo lejos y a gritos le decían al Señor: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.” Este grito clama la misericordia de Dios. Conocemos nuestra debilidad y queremos que se apiade de nosotros.

Los diez leprosos se acercan al Señor pidiendo ser sanados, Jesús los sana, pero sólo uno regresará para dar las gracias. Una cosa es ser sanado, curado por el Señor, y otra es ser salvado. Solo un samaritano regresa a dar gracias a Jesús, pero Jesús no sólo le proporciona a este la sanación, sino también la salvación: “Levántate, vete; tu fe te ha salvado”. Es curioso, este hombre era samaritano; los samaritanos no eran bien vistos por los judíos, y a pesar de que Jesús era judío, es un samaritano el que regresa a darle las gracias.  

Que pronto somos para pedir, pero cuando se trata de agradecer generalmente nos olvidamos. Hemos perdido ese gesto precioso de ser agradecidos; por pequeños que sean los detalles siempre debemos dar las gracias. "Gracias" es definitivamente una palabra bien corta con tanto poder que si nos enfocamos en ella la vida nos puede cambiar, como el samaritano del Evangelio.

De niños una de las primeras palabras que nos enseñan es “gracias”. Con el tiempo nos vamos olvidando de ella, pero no se trata solo de buenos modales,  estar agradecido puede mejorar nuestras relaciones, bienestar e incluso transformar nuestro corazón.

En este día de nuestro patrón San Martín, demos gracias a Dios por el don de la vida, por permitirnos compartir un año más, gracias por nuestra familia, por nuestros amigos, gracias por… cada uno no de nosotros tenemos muchas cosas por las que dar gracias.

Sab 6, 1-11. Escuchad, reyes, a ver si aprendéis a ser sabios.

Sal 81. R. Levántate, oh Dios, y juzga la tierra.

Lc 17, 11-19. ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?

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