Homilía
Queridos amigos,
Celebramos hoy en nuestra
parroquia la fiesta de San Martin, obispo de Tours. Nacido de padres paganos en
Panonia, en la actualidad Hungría, en torno al año 316, fue orientado por su
padre a la carrera militar. Todavía adolescente, san Martín conoció el
cristianismo y, superando muchas dificultades, se inscribió entre los catecúmenos
para prepararse al bautismo. Recibió el sacramento en torno a los 20 años, pero
debió permanecer aún mucho tiempo en el ejército, donde dio testimonio de su
nuevo estilo de vida: respetuoso y comprensivo con todos, trataba a su
sirviente como a un hermano, y evitaba las diversiones vulgares.
Aunque se le atribuyen
muchos milagros, san Martín es famoso sobre todo por un acto de caridad
fraterna. Siendo aún un joven soldado, encontró en su camino a un pobre aterido
y temblando de frío. Tomó entonces su capa y, cortándola en dos con la espada,
le dio la mitad a aquel hombre. Durante la noche se le apareció en sueños
Jesús, sonriente, envuelto en aquella misma capa.
En el Evangelio que hoy
leemos, nos encontramos con diez leprosos que se pararon a lo lejos y a gritos
le decían al Señor: “Jesús, maestro, ten
compasión de nosotros.” Este grito clama la misericordia de Dios. Conocemos
nuestra debilidad y queremos que se apiade de nosotros.
Los diez leprosos se acercan
al Señor pidiendo ser sanados, Jesús los sana, pero sólo uno regresará para dar
las gracias. Una cosa es ser sanado, curado por el Señor, y otra es ser
salvado. Solo un samaritano regresa a dar gracias a Jesús, pero Jesús no sólo
le proporciona a este la sanación, sino también la salvación: “Levántate, vete; tu fe te ha salvado”. Es
curioso, este hombre era samaritano; los samaritanos no eran bien vistos por
los judíos, y a pesar de que Jesús era judío, es un samaritano el que regresa a
darle las gracias.
Que pronto somos para pedir,
pero cuando se trata de agradecer generalmente nos olvidamos. Hemos perdido ese
gesto precioso de ser agradecidos; por pequeños que sean los detalles siempre debemos
dar las gracias. "Gracias" es definitivamente una palabra bien corta
con tanto poder que si nos enfocamos en ella la vida nos puede cambiar, como el
samaritano del Evangelio.
De niños una de las primeras
palabras que nos enseñan es “gracias”. Con el tiempo nos vamos olvidando de
ella, pero no se trata solo de buenos modales, estar agradecido puede mejorar nuestras
relaciones, bienestar e incluso transformar nuestro corazón.
En este día de nuestro patrón
San Martín, demos gracias a Dios por el don de la vida, por permitirnos
compartir un año más, gracias por nuestra familia, por nuestros amigos, gracias por… cada uno no de nosotros tenemos muchas cosas por las que dar gracias.
Sab 6, 1-11. Escuchad, reyes, a ver
si aprendéis a ser sabios.
Sal 81. R. Levántate, oh
Dios, y juzga la tierra.
Lc 17, 11-19. ¿No ha vuelto más
que este extranjero para dar gloria a Dios?
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