Queridos amigos,
Avanzamos hacia el final del
año litúrgico. Las lecturas de estos días toman un tinte más escatológico. Jesús
habla del fin de los tiempos, de una segunda venida y de cómo debemos estar
preparados.
Parece que Jesús quiere advertirnos
que el encuentro de Dios con el hombre es inminente, el hombre está hecho para
Dios, por tanto, no hay escapatoria. Dios quiere que el hombre se realice
plenamente y llegue a ser lo que realmente está llamado a ser. Así, la segunda venida del Hijo del Hombre
no debe ser para nosotros algo que ha de causarnos miedo o temor alguno. Es
necesario que se de ese encuentro porque para eso hemos nacido, para
encontrarnos con Dios y ser felices para siempre.
No obstante, hemos de preguntarnos
si realmente estamos haciendo lo que Dios quiere. Cuando venga a nuestro
encuentro el Hijo de Dios, hemos de sentirnos libres para estar con Él. ¿Qué
produce esa libertad? Sólo un corazón desprendido, que ha hecho el bien puede experimentar
en su corazón esa libertad.
La libertad autentica produce
en nosotros una paz interior que nada ni nadie puede arrebatarnos. Es tener la conciencia tranquila
aunque te condenen injustamente. Es ir por la noche a dormir sin que nada nos atormente.
Sé que esto no es fácil, porque llevamos heridas el nuestro corazón, porque no
hemos sido capaces de perdonar o de pedir perdón, porque no hemos sido sinceros
con la persona que necesitan saber nuestra verdad.
Queridos amigos, el paso
definitivo hacia a libertad que Dios nos regala es abrirnos a la verdad, siendo
capaces de liberarnos de cosas que no nos dejan vivir, de aquello que nos atormenta
y crea en nosotros ansiedad. Jesús nos dice que sólo la verdad nos hará libre. El
hombre está hecho para la verdad, y la verdad os llevará a amar con sincero corazón,
entregándonos por entero a la causa del Evangelio.
Que en este día, revisemos
nuestro interior y nos dejemos acompañar por la misericordia de Dios. Sólo Dios
puede darnos la fuerza para descubrir aquello que nos hace daño y desecharlo. Sólo
Dios puede darnos esa fuerza para ser sinceros con nosotros mismos y con
nuestros hermanos. Que a lo largo del día seamos capaces de pedir perdón y experimentar ese anhelo maravilloso de sentirnos perdonados...
Sab 13, 1-9. Si lograron averiguar el principio del cosmos, ¿cómo no encontraron a su Dueño?
Sab 13, 1-9. Si lograron averiguar el principio del cosmos, ¿cómo no encontraron a su Dueño?
Sal 18. R. El cielo proclama la
gloria de Dios.
Lc 17, 26-37. El día que se
manifieste el Hijo del hombre.
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