viernes, 13 de noviembre de 2015

XXXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (Día y colecta de la iglesia diocesana)

Homilía

Queridos amigos,
Celebramos hoy la el día de la Iglesia Diocesana. “Una Iglesia y miles de historias gracias a ti” es el lema de este año y una realidad que se fortalece con la contribución de todos. En este día tan especial hemos de dar gracias a Dios, orar y renovar nuestro compromiso eclesial con el objetivo de promover el sostenimiento económico de la Diócesis de Huesca.  Nuestro Obispo nos escribe que es preciso desarrollar la sana creatividad del amor para dar respuesta a las prioridades, urgencias y emergencias que, entre todos, hemos de afrontar.
En la segunda lectura que hemos escuchado, el autor nos insiste en que tenemos un solo mediador, Jesús ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies. Gracias a Cristo nuestra vida adquiere un nuevo significado, ahora los que ya gozamos de la gracia de divina debemos de esforzarnos por construir un mundo más humano, lleno del amor que Dios ha infundido en nuestros corazones. El perdón de Dios nos libera de la ofrenda, de forma que sólo nos queda ser capaces de pedir perdón y perdonar a quienes nos han hecho daño.
¿Qué nos debe preocupar? El Evangelio que hemos escuchado es escatológico. No deja de insistir estos días en la segunda venida de Jesús. No olvidemos que el hombre está hecho para Dios, la venida de Jesús no debe ser para nosotros preocupación ni angustia. Al contrario, alegría y júbilo, porque por fin se realizará en nosotros lo que estamos llamados a ser, personas creadas a imagen y semejanza de Dios. Personas llamadas entrar en la dinámica del amor divino.
Nos debe preocupar el esforzarnos por llevar una vida según la voluntad de Dios. Cumplir la voluntad de Dios es dejar al margen aquello que nos hace daño y nos impide crecer. Cumplir la voluntad de Dios es ser libres para ser felices. Nuestra ofrenda a de ser un corazón arrepentido y dispuesto a acoger los demás.
Queridos amigos, no buscamos otra cosa más ser felices. Esta búsqueda nos hace pasar por un proceso de purificación, y por tanto de dolor y sufrimiento. Sufrimos porque nuestro corazón vive apegado a las cosas de este mundo y no es fácil desprenderse de ellas. Dios que conoce las intenciones de nuestro corazón, nos dará la gracia para ser capaces de dejar aquello que nos impide seguirle y entrar en su reino.
Dan 12, 1-3. Por aquel tiempo se salvará tu pueblo.
Sal 15. R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Heb 10, 11-14. 18. Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados.
Mc 13, 24-32. Reunirá a los elegidos de los cuatro vientos

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