Queridos amigos,
El Evangelio que acabamos de
escuchar nos mueve a tener una mirada esperanzadora en medio de todo lo que
estamos viviendo. Los signos que se nos muestran parecen señales que nos
conducen a la destrucción de la humanidad.
Pero no es así, Dios quiere la
salvación del hombre, y estos signos salvíficos pesan más que la mirada
desalentadora de la destrucción. El mal sigue estando presente en medio de este
mundo, es algo de lo que a diario nos informamos gracias a los medios de
comunicación. Pero también es verdad, y es lo que no sale a luz, que el bien
sigue creciendo en medio de tanta incertidumbre.
Ya el reino de Dios ha llegado
a nosotros. Lo vemos en un Jesús que realiza curaciones, expulsa demonios… lo
vemos en tantas bondades realizadas por la humanidad a lo largo de la historia,
lo vemos en el progreso de los pueblos y en la lucha por construir un futuro
mejor. El reino de Dios ha llegado todos nosotros, no es algo efímero, es real,
está en la sonrisa de un niño, en la mirada ilusionada de un joven, en la confianza
esperanzada de unos padres, en el abrazo tierno de unos abuelos.
El reino de Dios ya está entre
nosotros, por eso no debemos tener miedo. Cada uno va contribuyendo a que ese
reino crezca, desde la mirada afable y alentadora que podemos dar a una
persona, como el abrazo tierno que puede dar a un hijo o a una madre, hasta
la expresión más bella del amor como es la entrega a los demás.
Queridos amigos, no dejemos
que nos roben la ilusión, mantengamos viva las palabras de Jesús: “El cielo y la tierra pasarán, mis palabras
no pasarán”, que María, nuestra madre, nos ayude a perseverar como ella, de
forma que progresemos en la santidad que nos conduce al Padre.
Dan 7, 2-14. Vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre.
Salmo: Dan 3, 75-81. R. Ensalzadlo con himnos por los siglos.
Lc 21, 29-33. Cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.
Dan 7, 2-14. Vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre.
Salmo: Dan 3, 75-81. R. Ensalzadlo con himnos por los siglos.
Lc 21, 29-33. Cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.
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