Queridos amigos,
El seguimiento de Jesús exige
sacrificio. Exige entrega total. Para nadie es fácil aceptar la verdad, porque
nuestras intenciones marcadas por los deseos humanos, nos hace poner límites a
Dios. Aquello va en contra de lo que pienso, digo, hago, no lo acepto. Aquello
que no es de mi agrado cuanto antes desaparezca de mi vista, mejor.
Es el caso de Jesús que vino a
revelarnos el auténtico camino que nos conduce al Padre. Su palabra es para
nosotros fuerza demoledora que nos conduce al encuentro con Dios. Fue lo que
llevó a una muerte injusta, la Verdad.
Hoy nos preguntamos por los
motivos de las guerras, el odio, la división, el terrorismo. Y es que muchos no
estamos dispuestos a aceptar la verdad. La persecución de los cristianos sigue
siendo un tema constante, el testimonio de tantos cristianos lleva a que muchos
tomen actitudes represalias contra ellos, porque no están dispuestos a aceptar
el camino de la verdad.
Es lo que escuchamos en el
Evangelio de hoy, “Os echarán mano, os
perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer
ante reyes y gobernadores, por causa mía.” Esta es la gran verdad, el
seguimiento de Jesús nos hace perseguidos… pero no debemos tener miedo, “ni un cabello de vuestra cabeza perecerá” nos
dice Jesús. Él siempre nos acompañará, de modo que salvaremos nuestra condición
real de hijos de Dios.
Queridos amigos, sólo en la
entrega de nuestra vida a causa del Evangelio, será lo que nos dé el premio que
nos conduce a Dios. Sólo el seguimiento
de la verdad será lo que nos dé la auténtica libertad. Vivamos este día marcado
por la sinceridad que nace de un corazón libre, capaz de amar a quienes están a
nuestro alrededor.
Dan 5, 1-6. 13-14. 16-17. 23-28. Aparecieron unos dedos de mano humana escribiendo.
Salmo: Dan 3, 62-67. R. Ensalzadlo con himnos por los siglos.
Dan 5, 1-6. 13-14. 16-17. 23-28. Aparecieron unos dedos de mano humana escribiendo.
Salmo: Dan 3, 62-67. R. Ensalzadlo con himnos por los siglos.
Lc 21, 12-19. Todos os odiarán por
causa mía, pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá.
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