lunes, 16 de noviembre de 2015

XXXIII MARTES DEL TIEMPO ORDINARIO

Homilía
Queridos amigos,
“Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.” Que privilegio, el Señor quiere que le demos hospedaje. No es casualidad que Zaqueo haya sido elegido por el Señor, es el Señor que conoce la intención que hay en nuestro corazón, conoce nuestros deseos y sin transgredir nuestra voluntad, pide entrar en nuestra casa.
Jesús va transformando a todo el que desea dejarse transformar. Cuando Jesús entra en casa de Zaqueo, su vida se transforma. “Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.” El restituir cuatro veces más, puede interpretarse como la otra mitad de los bienes. Zaqueo quiso entregar todos sus bienes. Ahora su vida adquiere un nuevo significado, ya su trabajo no es para sí, sino para los demás, sus bienes ya no son sus bienes, sino que es para los que más lo necesiten.
La conversión es algo interior. Jesús quiere entrar en nuestra casa. Quiere entrar en nuestro corazón. Es allí donde realmente comienza la conversión. Volver la mirada a Dios es abandonar aquello que no nos deja ser libres, es desprendernos de las cosas que nos impiden ser felices. Volver la mirada a Dios es experimentar el amor de Dios en nuestras vidas y darlo a los demás.
Zaqueo nos invita pararnos y descubrir a lo largo del camino, que Jesús quiere comer con nosotros, quiere hospedarse en nuestra casa. ¿Qué es el reino? El reino es esa gran casa donde todos podemos sentarnos a la mesa y comer en fraternidad.
Pidamos al Señor, que entre en nuestro corazón, que lo transforme para que podamos seguirle con verdadera libertad de espíritu. Amén.
2 Mac 6, 18-31. Legaré un noble ejemplo, para que aprendan a arrostrar voluntariamente la muerte por amor a nuestra Ley.
Sal 3. R. El Señor me sostiene.
Lc 19, 1-10. El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.

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